[alianza-solidaria - schoenstatt.org] Bendiciones y gracias a todos los sacerdotes que colaboran con schoenstatt.org
maria fischer
mkf at schoenstatt.org
Thu Apr 17 09:28:51 CEST 2014
/Queridos Padres de Schoenstatt y sacedotes diocesanos que colaboran con
schoenstatt.org/
bendiciones en este su día tan especial, y gracias por hacernos y hacer
nuestros lectores "salir" de la lectura de sus mails y de sus aportes a
la pagina, de recibir sus bendiciones y sus oraciones, sus consejos y
cercanía, "con cara de haber recibido una buena noticia" (Francisco).
Tantas veces les pedimos de rezar por nosotros y por que sea, de
bendecirnos y de bendecir a nuestros articulos, lectores, nuestra
pagina, proyectos y nuestra gente ... hoy rezamos por ustedes en
gratitud, y por todos los sacerdotes - especialmente al P. Francisco
Pistilli y al P. Javier Arteaga como dueños del dominio y respaldo
legal, y al P. José María, P. Egon, P. Guillermo Mario, P. Antonio, P.
Claudio, P. Josef Barmettler, P. David como miembros de la dirección o
del equipo permamente - que forman parte de esta red solidaria de
schoenstatt.org, en alianza solidaria.
Con cariño y gratitud,
maria fischer
*Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo; esta
es una prueba clara. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de
alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de
haber recibido una buena noticia.* Nuestra gente agradece el evangelio
predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega
a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes
de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias»
donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren
saquear su fe. Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las
cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias
y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo,
llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le
llegue al Señor: «Rece por mí, padre, que tengo este problema...».
«Bendígame, padre», y «rece por mí» son la señal de que la unción llegó
a la orla del manto, porque vuelve convertida en súplica, súplica del
Pueblo de Dios. Cuando estamos en esta relación con Dios y con su
Pueblo, y la gracia pasa a través de nosotros, somos sacerdotes,
mediadores entre Dios y los hombres. Lo que quiero señalar es que
siempre tenemos que reavivar la gracia e intuir en toda petición, a
veces inoportunas, a veces puramente materiales, incluso banales -- pero
lo son sólo en apariencia -- el deseo de nuestra gente de ser ungidos
con el óleo perfumado, porque sabe que lo tenemos. Intuir y sentir como
sintió el Señor la angustia esperanzada de la hemorroisa cuando tocó el
borde de su manto. Ese momento de Jesús, metido en medio de la gente que
lo rodeaba por todos lados, encarna toda la belleza de Aarón revestido
sacerdotalmente y con el óleo que desciende sobre sus vestidos. Es una
belleza oculta que resplandece sólo para los ojos llenos de fe de la
mujer que padecía derrames de sangre. Los mismos discípulos --futuros
sacerdotes-- todavía no son capaces de ver, no comprenden: en la
«periferia existencial» sólo ven la superficialidad de la multitud que
aprieta por todos lados hasta sofocarlo (cf. /Lc/ 8,42). El Señor en
cambio siente la fuerza de la unción divina en los bordes de su manto.
Así hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia
redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre
derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos
patrones. No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones
reiteradas que vamos a encontrar al Señor: los cursos de autoayuda en la
vida pueden ser útiles, pero vivir nuestra vida sacerdotal pasando de un
curso a otro, de método en método, lleva a hacernos pelagianos, a
minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en
que salimos con fe a darnos y a dar el Evangelio a los demás; a dar la
poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada.
/Francisco en la Misa Crismal, 2013/
--
mkf at schoenstatt.org
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